Un muchachito un
día estaba pescando. Un anciano que pescaba cerca se dio cuenta que el niño
estaba teniendo bastante éxito en su trabajo. Lo más llamativo no era la
cantidad de pescados sino lo que hacía una vez que los traía con éxito a la
tierra. El muchacho tomaba cada pescado en su mano y lo medía. Si el pescado
era más largo que su mano, lo tiraba de nuevo al agua. Sólo se quedaba con los
pequeños.
Finalmente la
curiosidad motivó que el anciano fuera hasta donde estaba el muchacho y le
preguntara: “Hijo, ¿por qué te quedas con los pequeños peces y tiras los
grandes al agua?”
El jovencito
contestó: “No puedo quedarme con los grandes, ¡tengo una fuente que mide
solamente veinte centímetros!”
Hay muchas
personas que se achican porque se limitan a una fuente de veinte centímetros. ¡No
piensa en más grande, no ven más, no actúan para más, no esperan más! En lugar
de expandir sus horizontes aumentando sus expectativas, reducen su potencial
achicando sus esperanzas. Demasiadas personas fracasan en darse cuenta que sus
expectativas limitan la altura de sus futuras posibilidades.
Es imposible
lograr el éxito si no lo esperamos.
Espera el éxito
sin importar las circunstancias.
Una vez una mula
se cayó en un pozo viejo y seco con muchos metros de profundidad. Todos los
esfuerzos para rescatarla fueron infructuosos. Finalmente, el propietario de la
mula, suponiendo que la pobre criatura estaba severamente dañada por la caída,
decidió que sería más misericordioso matarla que dejarla morir de hambre.
Incapaz de pensar otra mejor forma de despacharla, tiró un camión lleno de
suciedad sobre ella. En lugar de permitir que esto la sepultara viva, la mula
rápidamente se sacudió la suciedad y la apisonó con sus patas, levantándose así
unos cuantos centímetros de su posición original. Le tiraron otra descarga con
el mismo resultado.
Lenta pero
seguramente, centímetro a centímetro, la mula ascendió hasta que el pozo estuvo
lleno a unos centímetros de la salida. Entonces, tan tranquilamente como si
nada raro hubiera sucedido, la mula salió pisando hacia la tierra firme.
Algunos todavía
no han aprendido lo que esa mula ya sabía: que el mismo revés que originalmente
había sido diseñado para acabarnos puede, si es utilizado apropiadamente, ser
lo mismo que nos lleve hacia la cima.
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